Archivo de la categoría ‘Microrrelatos’

La Pecera

La Pecera

La pecera que me regaló Asunción, mi anciana vecina, con la sirena de cristal que según ella simbolizaba la castidad, el autocontrol y la pureza, se ha llenado de seres menudos. Mi vecina no se percató de que en la pecera venía también un musculoso pirata adosado a una de las palmeras de adorno.
Hoy sirena y pirata se descubrieron. Los gritos de emoción fueron colosales, emergían del agua salpicando el silencio. Al hacer el amor provocaron un torrente de burbujas que inundó la sala.
Asunción pasó por casa y se alarmó al ver aquello. Muy angustiada preguntó a qué se debía. Para no entrar en explicaciones descorazonadoras, le dije que había sido un problema de la lavadora y que se quedara tranquila porque ya había llamado al fontanero.

Cancioncilla burbujeante
Entre burbujas y chapoteos,
se van queriendo dentro del agua,
tiene ventajas al ser sirena
porque no debe ponerse enaguas.

El gran pirata supo explorar
y descubrió que entre las escamas,
la sirenita tiene una isla
que casi siempre se encuentra en llamas.

Para apagarla con maestría,
el buen pirata saca su nave,
y aprovechando bien la pecera,
sofoca el fuego con ritmo suave

Y es que entre el agua, ciertos incendios,
no arrojan ni chispas ni fulgores
sino unas ondas muy calentitas,
que solo apagan grandes amores.

Os dejamos este microrrelato, que forma parte del disco “Cuentos al vuelo”, donde todos los cuentos y canciones son de mí autoria, y la música fue compuesta, interpretada y grabada por Gaddafi Núñez.
El CD está a la venta en la Llibreia Les Punxes, Carrer Rosselló 260, 08037 – Barcelona

Título del cuento: La pecera ©
Título de la canción: Cancioncilla burbujeante ©
El dibujo es un extracto de la ilustración que realicé por encargo de Cayetana Sanz para el cuento inédito: “El pez que tenía frío”, de Irina Mishina.
@mendezisabela

 

Sinfonía gozosa

Todo comenzó con los gemidos escandalosos de dos que hacían el amor. A esos gemidos se sumaron otros. Unas semanas después, eran muchos. Como por arte de magia se reproducían de vecindario en vecindario los sonidos del placer, amalgamados con expresiones amorosas y risas de todos los calibres.

Poca gente lograba quedarse impasible tras escuchar los jadeos. Pronto la lubricación de corazones, mentes y cuerpos, reinó en la ciudad.

Se podían percibir distintos idiomas entre la maraña sonora, pero todas las nacionalidades y clases sociales tenían en común ciertos juegos. Había quienes hacían alusiones a animales, a objetos, a profesiones, a fenómenos naturales. También se escuchaban carreras o bailoteos lúdicos, el estruendo de más de un sofá o catre que colapsaba ante tanta alegría, el chirrear de colchones y patas de cama, el golpeteo de copetes contra las paredes. Se podría decir que durante unas semanas, la población colaboró sin saberlo en la composición de una sinfonía gozosa.

Cuando el frenesí bajó naturalmente y los sonidos se fueron espaciando, se descubrió que aquello formaba parte de un plan impulsado por los políticos del lugar. Ante el descenso de la natalidad y el mal humor de los ciudadanos, de modo secreto, se había puesto en marcha la campaña “Asmos.org”, cuyo lema, posteriormente revelado, decía:
Para que los miembros de una sociedad sean amables y tolerantes, han de generar sustancias lubricantes.

Estratégicamente puestos en pisos desocupados, los primeros gemidores fueron actores profesionales, encargados de generar un imaginario sonoro, seductor y contagioso.
Los pisos desocupados fueron otorgados a los gemidores profesionales, como pago a su invaluable aporte a la sociedad.

Esta historia está basada en sueños de la vida real.

Algunas muestras sonoras recogidas durante el evento:

Amor maduro

Los de arriba

Título del relato: Sinfonía gozosa
Título del dibujo: Sinfonía gozosa (técnica mixta) ©
@mendezisabela

 

Secretos

Un intenso dolor aquejaba a La Reina que decidió acudir a un osteópata vecino. El doctor descubrió que la dolencia se debía a enormes gases, manipuló el vientre de la mujer para liberar las tensiones y le sugirió que se fuera a casa andando.

En el trayecto al palacio la dama soltó un sinfín de estruendosos secretos de su oscura boca.

La prensa fue autorizada a comunicar el evento así: «Tras el acertado tratamiento, La Reina marchó de la consulta flotando».

Este relato fue publicado el día 25/05/2011 en la revista Eñe de Literatura Móvil.

Título del escrito: Secretos ©
Título del dibujo: Pensamientos liberadores (técnica mixta)
Dibujo y escrito de Isabela Méndez

Serie de twitts. 8- Piel de naranja (twitt desarrollado)

La discriminaban por tener toda la piel de naranja, rugosa y llena de manchas. Una pena ácida la desgajaba al no poder compartir su néctar.

Por las noches un peculiar fenómeno de pigmentación tornaba verdosa a la mujer y su soledad era de limón, soledad de mujer isla, solo visitada por el aire. Pero la tarde que se desbordó el río del pueblo, ella fue la única que salvó en su lomo el cocodrilo, sin reparar ni un segundo en las innumerables mujeres hermosas que gritaban pidiendo ayuda.

Las pieles de ambos reconocieron con alegría la similitud, y la áspera pareja flotó hasta encontrar un pedazo de tierra.

A lo lejos, el pueblo anegado, mostraba gente como boyas, de piel clara, inflada y tersa.

Título del relato: Piel de naranja (relato desarrollado a partir del twitt)
Título del dibujo: Piel de naranja (Técnica mixta) ©
Twitt, relato y dibujo de Isabela Méndez
@mendezisabela

El viajero

Después de pasar por los escáneres, le llamaron aparte– ¿Por qué me retienen?- dijo el hombre.

– ¿Qué hay en su maleta?- chilló el segurata,

– una pausa- reveló el viajero.

– ¿Cree que somos tontos? ¡Ábrala ya! – ordenó el segurata, el viajero obedeció.

Todos se paralizaron unos  instantes, al ver la maleta vacía.

Al fin alguien rasgó el  silencio diciendo

– Esto es muy sospechoso, usted  no podrá embarcar.

El hombre sonrió sereno, tomó  su maleta y marchándose dijo

–Mi viaje era para llevar la pausa donde la necesitaran.

Título del relato: El viajero © ®
Título del dibujo: En otro viaje (Técnica mixta) © ®
Relato y dibujo de Isabela Méndez

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