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En un rincón de Tamariu

La función de cuentos en el marco de Tamariu ÉS fue dulce, potente, llena de risas, de silencios, de complicidad, fue un regalo.

Gracias a todos los que estuvieron allí presentes, a Mariesther García Cordido y Mariona Esteba Suquet por creer y crear este proyecto, a Federico Quintero, que nos hospedó en La Caleta de Tamariu y a todos los que hicieron posible que el pueblo recuperara rincones, que se volviera a beber agua de la «Font d’en Cruanyes«, que había quedado olvidada entre arbustos.

Felicidades por «Sincronía«, el mural de calle que llena de colores el trayecto, por «Posem-hi fulles i un eixam«, la intervención urbana de Rosa Sais, por el dibujo sobre la pared que muestra los escasos minutos de sueño de Julia Dierickx-Brax, una artista francesa, insomne, por la música de Aroma Canalla, por la escultura, danza, y demás manifestaciones artísticas que tuvieron presencia durante este maravilloso fin de semana del 8 y 9 de Septiembre.

¡Espero que se repita!

Aquí os dejamos algunas fotos.


Título del escrito: «En un rincón de Tamariu»
@mendezisabela

 

Para la música de la palabra en voz alta, no hay ciegos

El pasado miércoles, 27 de Junio de 2012,  mientras caminaba desde el metro hasta el CaixaForum, donde se realizaría el Festival Tiflollibre, hacía un esfuerzo por recordar que era de “carne y hueso”, aunque tenía la sensación de ser líquida. Con la certeza de que todos los transeúntes vivían una experiencia similar, distraje el agobio que me producía el clima, imaginando que éramos pequeños mares andantes, esperando llegar a alguna playa, para desparramarnos.

Cuando entré al CaixaForum, vino a mi encuentro Dani, de la Asociación Discapacidad Visual Cataluña B1+B2+B3, y amablemente me llevó al lugar en el que Katrina estaba dando algunas directrices para el acto que comenzaría en breve.

Allí estaba, alto, como una fortaleza, Josep Maria Pou, uno de los actores más respetados de la escena catalana y española. Un poco más allá se encontraba Toni Puntí, uno de mis presentadores favoritos, cuya voz de cadencia suave y profunda, hacía las veces de mapa para mis oídos, y así dibujé su imagen, porque estaba lejos de mis ojos y no podía distinguirlo. También estaba allí Paquita, vicepresidenta de la ADVC, junto a otros compañeros y un grupo de personas al que no conocía y que después me enteré que eran escritores y periodistas.

Me senté en un sofá, me puse a repasar el texto que leería impreso en letras grandes y gordas para facilitarme el proceso.

No estaba previsto que yo participara en esta edición del festival, pero al mediodía me llamaron a consultarme si podía formar parte del evento ya que dos socios habían amanecido indispuestos y no podrían hacer sus lecturas en braille. Me tomé unos minutos para pensar y decidí participar leyendo un texto en el que narro las vicisitudes que atravieso como actriz con baja visión, cuando hago un casting: La brújula dispersa.

Cayetana, querida compañera de trabajo y amiga, me recibió en la primera fila del auditorio y me sentó al lado de Vicenç Villatoro, un escritor y periodista con una larga, sólida y reconocida trayectoria. Aquel caballero me tendió su sonrisa como si fueran sus manos y aunque pudimos hablar poco, su simpatía me acompañó de modo constante.

Las palabras de Josep Maria Pou sobre la lectura en voz alta fueron un regalo. Dichas con autoridad, con voz rotunda y con emoción.

Luego se fueron sucediendo las participaciones de poetas, periodistas, socios y de la Coral Interreligiosa per la Pau (AUDI).
Mientras, estaba yo en la butaca, repasando como podía mi texto, y pensando cada tanto “quién te manda a meterte en estos líos Isa, ya sabes que leer así, de buenas a primeras, sin haberlo repasado hasta la saciedad, es difícil para ti porque ves poco”. A esa recriminación que no era muy severa dado el camino andado en las tablas, pero que irrumpía titilante, tuve que sumar el hecho de que por la premura con que se convino todo, olvidamos por completo el tema del sonido. Hasta donde yo alcanzaba a distinguir, en escena había un atril que semejaba un dolmen, con el micrófono incrustado, lo que imposibilitaría colocarlo en una posición adecuada que favoreciera mi especial manera de leer. Pensé que tras el dolmen, yo, que soy bastante pequeña, no me vería, y si a eso sumábamos el hecho de que yo tendría que pegarme al papel casi a modo de beso para poder leerlo, la escena sería, como poco, peculiar. Pero con esa imagen siempre termino por reconciliarme, porque dedicándome al oficio de decir, cantar y escribir, creo que lo mínimo que puedo hacer con los papeles que hospedan los textos, es besarlos.

Ahora no quedaba más que confiar y llegado el momento defender la lectura en el escenario.
Yo que deseaba disfrutar del espectáculo sin la ansiedad de saltar al ruedo, una vez más estaba recorriendo los toboganes propios del oficio.
Respiré, ya estaba subiendo al escenario acompañada por Katrina, en tanto Toni Puntí contaba cosas sobre mi trayectoria, y entre eso y el hecho de que yo leería un escrito confesional, me sentía cada vez más desnuda. Me quedé frente al dolmen, advertí que me tocaría tener un romance público con el papel y comencé a leer.

Será por los momentos de entrega, por lo mucho que recibimos los que trabajamos en las tablas, porque en ese lapso de tiempo el reloj somos todos, marcando un tiempo común, recorriendo palabras, matices y silencios, será por eso que tiene sentido pasar por los toboganes previos.

Al concluir mi lectura confesional recibí en el camino de vuelta hacia mi butaca, un serpenteo de manos que me apretaron cálidas. De nuevo estaba sentada, agradecida de haber aceptado el reto y feliz de que hubiese tanta gente reunida para compartir la palabra en voz alta.

A la salida hubo abrazos de amigos, intercambiamos algunas tarjetas, conocí a gente de distintos ámbitos y puse cara a algunas amistades que habían comenzado por Internet.

Desde el vientre de este tintero, quiero reconocer la labor realizada a Cayetana Sanz y Katrina Rodriguez de CENTRO TRINIDAD, a Daniel Rubio y Manel Martí de la ADVC B1+B2+B3, a los lectores que participaron, a Toni Puntí que llevó el evento con una fluidez asombrosa y a todos los que nos acompañaron. También a Judith Vives, periodista de la tertulia en Twitter LLEGIMIPIULEM y a los periodistas de AMOR A L’ART, que crearon  ventanas sensibles para comunicar a la gente de las redes, sobre el evento.

Hoy, tengo más fe en el arte, en la gente, y la convicción de que “somos personas de carne y beso”.

A continuación os dejamos unas fotografías del evento.
Fotografías de Martí Andiñach Fernández (Amor a l’Art)

Barcelona, 29/06/2012
Título del escrito: Para la música de la palabra en voz alta, no hay ciegos.
@mendezisabela

 

Escarbar en el origen

Escarbar en el cuerpo, en el propio origen, con el afán de que el deseo se avive. Buscar el éxtasis en la piel del otro, esperar el grito.

Amar al otro en su sueño y su vigilia, llenar de bendiciones sus párpados cuando la luna se cobija en la noche, y en ese mismo instante, comprender que no es posible…que la piel y el espíritu no necesariamente coinciden y que, aunque haya existido un sueño de futuro y una realidad compartida, las horas han sido eficaces en destejer la risa, en transformar el júbilo en miedo,  y las paredes que nos amparaban, en brisa.

Aprovecho para compartir con vosotros el post que me acaban de publicar en el blog de Microliteratura, «Sea breve,  por favor»: Levemente

Título del escrito: Escarbar en el origen
Título del dibujo: Fotografia
@mendezisabela

 

Llanto, altares callejeros y humo

Hoy recuerdo aquella mañana en que un desconcertado bullicio se colaba por el espacio angosto entre la puerta y el suelo. Las voces venían de los pasillos, era temprano. Nadie sabía qué pasaba ni por qué. Desde la terraza de la Markle Residence, a unas 20 manzanas del World Trade Center, se podía ver un avión incrustado en una de las torres, y una humareda. Llegué a subir a la terraza, pero el dolor no me permitió ver más allá de lo que ya mi corazón lamentaba y percibía sin necesidad de cámaras o telescopios. No quise contemplar aquello, me parecía aterrorizante ver la tragedia o fotografiarla. De todos modos, la información llegó durante meses, cada vez que se encendía una radio o un televisor.
Pronto fueron dos aviones incrustados en aquel lugar, y la hermosa ciudad de Nueva York junto a todos los que en ese momento la habitábamos, nos comimos el miedo a cucharadas soperas, nos tragamos el humo, y en cuestión de horas nos vimos rodeados de altares con las caras de los desaparecidos. Esa mañana rezamos con fervor pidiendo que ninguna persona cercana estuviera allí y rogamos para que los que estaban atrapados, pudieran salir.

En los altares callejeros confluían todos los credos y una sola plegaria, por la paz.

La zozobra que quedó en el ambiente era tal, que durante semanas, el más mínimo sonido fuerte, nos sobresaltaba. La residencia en la que yo vivía, estaba dentro de la zona acordonada por la policía. Teníamos que mostrar el pasaporte para poder entrar o salir de casa. En la parte de atrás de nuestra cuadra, quedaba uno de los hospitales que recibió algunos de los muchos heridos. Y las sirenas de ambulancias se convirtieron en plañideras sin turno de descanso.
El sueño americano se había tornado en una pesadilla. La ficción más grotesca había quedado pálida ante una realidad que burló toda previsión, y que birló esperanza y alegría.

Muchos de los estudiantes extranjeros de actuación de la escuela Lee Strasberg, donde yo estudiaba, cogieron el primer vuelo que pudieron para retornar a sus países.

Yo rezaba, lloraba, me hacía preguntas, me abrazaba a mis amigos y como siempre, escribía, escribía, escribía. Algunas poesías rotas, que mostraban sus vísceras, llenaron pronto un cuaderno. Me impactaba y me sigue impactando que el ser humano sea capaz de elegir la destrucción, a la vida.

Pero aunque el ruido fue enorme y el dolor inmenso, el devenir de los días y los años me ratifica que afortunadamente somos más los que queremos la vida y los que nos apuntamos a la tropa que dialoga, respeta la diversidad y busca hacer de este planeta un lugar mejor, en el que la paz, tenga lecho y cobijo en cada corazón.

En memoria de los fallecidos el 11 de Septiembre, y en la de sus familiares y amigos. Dios bendiga a Nueva York.

Título del relato: Llanto, altares callejeros y humo © ®
Título del dibujo: Tristeza celeste (Técnica mixta) © ®
Relato y dibujo de Isabela Méndez

¡ESTAMOS DE FIESTA!

“Del vientre de un tintero” cumple un año!!.

Quiero contaros que este espacio es posible gracias a la complicidad de Ricard Cassola, mi compañero. Yo escribo en un ordenador adaptado y dibujo con atril y lupa, le doy los contenidos a Ricard y él diseña y monta el blog. Este es por tanto un sueño de dos, que afortunadamente ha encontrado espacio en vuestras pupilas.

Muchas gracias a quienes nos acompañáis y esperamos poder seguir compartiendo con vosotros mucho tiempo!

Título del dibujo: Mujer entre mosaicos (técnica mixta) © ®
Dibujo de Isabela Méndez

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