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Entre ellas

Conversas redondas. Isabela Méndez

 

La dama viste su cuerpo,
hecho por el mejor mago,
y conversa con la luna
a orillas del manso lago.

La redondez de ese par
hace pensar a los cielos
que se trata de dos astros
compartiendo sus desvelos.

Y es que las damas del mundo
son planetas que, cercanos,
rotan y hacen traslaciones
que superan a lo humano.

Saben crecer y expandirse
hacia la tierra insondable,
con raíces vigorosas
pero sinuosas y amables.

También tienen la destreza
de llegar a las alturas,
a bordo de sus ideas
que entretejen aventuras.

Como algodones o fieras
saben amar sobre el lecho
y convertir en concierto
los latidos de su pecho.

En su vientre nueva vida
son capaces de acoger
y de alimentarla luego
con la savia de su ser.

Así son mujer y luna:
redondas y fascinantes,
faros que marcan la ruta
a gentes y navegantes.

Título del poema: Entre ellas ©
Título del dibujo: Conversas redondas (Técnica mixta) ©
Autora del poema y dibujo: Isabela Méndez
@mendezisabela

 

Las horas

Las_horas. Isabela Méndez

Danzo las horas
los segundos que llueven del reloj,
no quiero paraguas
me moja este tiempo
un presente lleno de huellas
de quienes han marchado
de quienes vendrán.

Todo está aquí
las rosas y las espinas
el espejo, la sombra
el cuenco, la matriz
los charcos, los barcos
las anclas, los peces.

Cada latido es un pez
abriéndose espacio en el mundo.

Yo danzo el silencio
palpo la rosa
respeto la espina
río en el espejo
beso la sombra
lleno el cuenco
honro la matriz
salto en los charcos
tallo poemas en las proas de los barcos
y baño con lágrimas sus popas,

levo anclas
o las veo sumergirse,
penetrar lo insondable,

y los peces,
los peces
que sigan abriéndome paso
para bailar el presente.

Título del poema: «Las horas»
Título del dibujo: «La maga» (técnica mixta con papel teñido a mano) ©
@mendezisabela

 

La historia de La Cenicienta, según el hada nos cuenta

Acudió en su calabaza
al baile La Cenicienta,
y al rato estaba danzando,
con salero y con pimienta.

Su gracia era deslumbrante,
su ritmo, salvaje, ardiente,
y así se hizo codiciada
por todos los asistentes.

Casi cayó fulminado,
al ver aquello, su alteza,
y le propuso a la chica
bailar la siguiente pieza.

Meneaba ella las caderas,
con garbo y fogoso afán,
mientras contemplaba absorto
el nobiliario galán.

En medio de las miradas,
casi todas muy perplejas,
el príncipe se acercó
a susurrarle en la oreja.

Deseaba confesar
desde su gran corazón,
un secreto, a la muchacha
que utilizaba tacón.

Esto dijo musitando:
me gustas dama exquisita
tienes ojos como cielos
y una rosa en tu boquita,

en caso de yo agradarte,
dame una buena señal,
como dejar en palacio,
un zapato de cristal.

Si yo te encuentro después
de mi amor serás la dueña
y podrás usar chancletas,
bailarinas o espardeñas,

porque soy de los que creen
que hemos de cuidar los pies,
y veo que muchas damas
les hacen pasar estrés.

Según fuentes de fiar,
pues nos lo ha contado un hada,
La Cenicienta escuchó y
se dejó de pendejadas.

Esa noche, hecha la loca,
abandonó su zapato,
y marchó hacia su morada,
confiando en el dulce trato.

Dicen que el príncipe fue
con zapato y sin lacayo,
probando de casa en casa,
descubriendo más de un callo,

hasta que al fin encontró
a la ansiada señorita,
que estaba usando alpargatas
con las que lucía bonita.

Y colorín colorada
se puso la damisela,
cuando el príncipe galante
le dio un beso de novela.

Y tras el beso, su alteza,
se puso color carmín
pues ella le saltó encima
para iniciar el festín.

Nota informativa:

Dicen que el carruaje de la cenicienta,
era una lindísima calabaza,
rápida, ecológica y descapotable,
todo un super coche, tipo monoplaza.

Título del poema / cuento: «La historia de La Cenicienta, según el hada nos cuenta» ©
Título del dibujo: «Mirando al príncipe» (Técnica mixta)
@mendezisabela

 

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