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Zapato de un pie de página
Hoy comparto con mis queridos tintiriteros, los versos que dediqué al equipo Taconless. Ellos proponen por medio de su comunidad virtual, dar a conocer todo lo relativo a los zapatos planos o de tacón bajo, cosa que está en sintonía con mi forma de calzar. Aplaudo la iniciativa y recomiendo que os deis una vuelta por su blog.
Creo que la salud y la comodidad son lo más importante a la hora de elegir zapatos.
Se ha enaltecido el uso del tacón porque estiliza, es sexy, y nos hace parecer más altas, pero cuando usamos tacones, es a costa de nuestro bienestar.
¿Y nuestros pies?, esas extremidades maravillosas que nos llevan y traen, ¿acaso no merecen que las respetemos y mimemos?
Un tacón de vez en cuando puede ser un desliz sin mayores consecuencias, pero su uso permanente, genera desbarajustes en la espalda.
Por ello mi Cenicienta de hace un par de posts, tras abandonar el zapato alto de cristal, elige unas alpargatas.
¡Que suba el telón y baje el tacón!
Por encontrarlo chic
y ser mucho más sano,
todos los pies de página,
llevan zapato plano.
A nadie se le ocurre
que use tacón el pliego,
pues dañaría la hoja
y el libro, desde luego.
Pueden llevar chancletas,
pantuflas, bailarinas
o sandalias que lucen
ligeras y divinas.
Y si abordara el folio,
un tema conflictivo,
puede también usar
zapato deportivo.
Para encontrar el sitio
con datos de interés,
le sugiero que vaya
directa a “taconless”
Título del poema: «Zapato de un pie de página» ©
Título del dibujo: «Pie de página» (Técnica mixta)
@mendezisabela
La historia de La Cenicienta, según el hada nos cuenta
Acudió en su calabaza
al baile La Cenicienta,
y al rato estaba danzando,
con salero y con pimienta.
Su gracia era deslumbrante,
su ritmo, salvaje, ardiente,
y así se hizo codiciada
por todos los asistentes.
Casi cayó fulminado,
al ver aquello, su alteza,
y le propuso a la chica
bailar la siguiente pieza.
Meneaba ella las caderas,
con garbo y fogoso afán,
mientras contemplaba absorto
el nobiliario galán.
En medio de las miradas,
casi todas muy perplejas,
el príncipe se acercó
a susurrarle en la oreja.
Deseaba confesar
desde su gran corazón,
un secreto, a la muchacha
que utilizaba tacón.
Esto dijo musitando:
me gustas dama exquisita
tienes ojos como cielos
y una rosa en tu boquita,
en caso de yo agradarte,
dame una buena señal,
como dejar en palacio,
un zapato de cristal.
Si yo te encuentro después
de mi amor serás la dueña
y podrás usar chancletas,
bailarinas o espardeñas,
porque soy de los que creen
que hemos de cuidar los pies,
y veo que muchas damas
les hacen pasar estrés.
Según fuentes de fiar,
pues nos lo ha contado un hada,
La Cenicienta escuchó y
se dejó de pendejadas.
Esa noche, hecha la loca,
abandonó su zapato,
y marchó hacia su morada,
confiando en el dulce trato.
Dicen que el príncipe fue
con zapato y sin lacayo,
probando de casa en casa,
descubriendo más de un callo,
hasta que al fin encontró
a la ansiada señorita,
que estaba usando alpargatas
con las que lucía bonita.
Y colorín colorada
se puso la damisela,
cuando el príncipe galante
le dio un beso de novela.
Y tras el beso, su alteza,
se puso color carmín
pues ella le saltó encima
para iniciar el festín.
Nota informativa:
Dicen que el carruaje de la cenicienta,
era una lindísima calabaza,
rápida, ecológica y descapotable,
todo un super coche, tipo monoplaza.
Título del poema / cuento: «La historia de La Cenicienta, según el hada nos cuenta» ©
Título del dibujo: «Mirando al príncipe» (Técnica mixta)
@mendezisabela