Entradas con la etiqueta ‘fe’
Formas de entender un árbol
– Detesto los árboles altos, sus frutos quedan demasiado distantes de mis manos y cuando caen pueden hacer daño en la cabeza. Frutos suicidas, se estrellan contra la tierra y llenan todo de pulpa, ¡cuerpos dulces y necios desperdiciados!, así no se pueden vender, ni comer, solo sirven para ensuciar el suelo.
– Los árboles tan grandes nos recuerdan lo minúsculos que somos y lo lejos que quedan algunos sueños de ser alcanzados por nosotros.
– Creo que los árboles jirafa pueden tener amores con las nubes que vuelan bajo.
– Esos árboles enormes deben tener la desdicha de avizorar primero que el resto, cuando una catástrofe se avecina.
….
Me quedé viendo la copa de aquel árbol, tras haber trepado por la corteza de su tronco con mis pupilas. Vi que el sol estaba allí, era un ojo de fuego, cerca pasaba un ramillete de nubes como barbas etéreas que hacían del cielo un Polifemo. ¡Ese Polifemo miraba el planeta que yo habitaba!, y viví una aventura mitológica en cuestión de segundos. Quise abrir los brazos, me pareció que volaba, mi cuerpo se alargó, respiré profundamente. Cabalgué sobre la brisa, saboreé un banquete de quimeras en salsa. Vencí el oprobio con mi espada, toqué el laúd, miré por un catalejo cómo mi soledad era una isla que yo conquistaba y quise a cada una de sus olvidadas criaturas, sin ordenarles que cambiaran su lengua o sus trajes.
Amé a un semidiós llamado Silencio, hicimos el amor con los párpados, en una contienda de pestañas húmedas, al final hubo lágrimas sobre nuestras mejillas.
Silencio se esfumó, mi sexo palpitó en soledad, tuve la certeza de que tenía el corazón entre las piernas. Un corazón tierno, puro, una boca que pronunciaba fluidos, una gruta hacia mis entrañas, y supe que estaba completa, que no había que buscar fuera, que solo había que encontrar, que celebrar el roce y las despedidas.
El canto de un grillo me hizo volver de mi viaje y posar de nuevo la mirada en los frutos. Pensé en mis anhelos, los que aún no había convertido en materia, me sentí alegre de seguir teniendo sueños de estatura imponente.
No sé si los lograré todos, pero sé que me hacen levantar la mirada, abrir los brazos, volar y tener la certeza de que respirar tiene sentido.
Título del relato: Formas de entender un árbol
Título del dibujo: Deseos (Tinta y acuarela sobre cartón) ©
@mendezisabela
Cavernas que se alejan
Una mujer agonizante
se marchará inmaculada,
sin que hombre alguno haya rozado su vientre.
Esa mujer se aferra a las cobijas,
sus ojos son cavernas que se alejan,
quiere seguir habitando en su latido
cabalgando en la tierra y no en el viento.
Ahhh, ahhh, ahhh…
Su lamento es martillo
que rompe cada instante las paredes de su siesta.
Una anciana que ha rezado,
ha dado amor a torrentes,
ha cargado sobrinos…
está casi sola rozando la muerte,
mordiendo los segundos
hilvanando con flaco hilo
el presente.
Está un poco sorda mi querida anciana,
deseo contarle un cuento
y no puedo,
callo,
me pide la mano,
siento sus dedos como hechos de corteza de árbol.
En el silencio
la luz que entra por las persianas
hace ruido,
ese ruido que no tiene cuerpo
pero sí hálito de hastío.
Busca en la virgen de madera,
que las ramas de su fe florezcan.
Estar viva ahora duele,
siente desmembrarse su cuerpo,
así las oraciones pierden la sintaxis
y la fe se queda en vilo, huérfana,.
como un animal sin garras para asirse
pequeño y dependiente del respiro ajeno.
Esperará la fe
escondida y con frío
a que un soplo de la anciana,
la recuerde.
Barcelona, 15/11/2011
Título del poema: Cavernas que se alejan © ®
Título del dibujo: Árbol de la fe © (Técnica Mixta)
Dibujo y poema de Isabela Méndez
@mendezisabela