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Jaula

JAULA

¿Y vosotros qué hacéis con vuestros besos?

Siempre tengo la sensación de que los besos son seres viajeros que necesitan salir de su morada y hospedarse en otro sitio.

Un beso al llegar a su destino, que bien puede ser una mejilla, la frente, otros labios, la espalda, el cuello, los muslos… genera en ese territorio una revolución. Ese pedazo de piel se transforma tras recibir al visitante, a veces, según la intención del beso, puede llegar a generar un festín de poros despiertos, que se alzan.

Yo os animo a dejar que vuestros besos vuelen, que transformen el mundo, que disuelvan murallas.
Este otoño, pensaré que cada hoja que caiga y roce a una persona, será el beso de un árbol.

¡Feliz otoño!

Nota: Este microrelato participó en el concurso «Històries a cel ras: Concurs de Microrelats», que el Museu d’Història de Catalunya convocó este pasado verano.

Título del poema: «Jaula» ©
Título del dibujo: «El beso encogido» (Técnica mixta)
@mendezisabela

 

Formas de entender un árbol

–     Detesto  los árboles altos, sus frutos quedan demasiado distantes de mis manos y cuando caen pueden hacer daño en la cabeza. Frutos suicidas, se estrellan contra la tierra y llenan todo de pulpa, ¡cuerpos dulces y necios desperdiciados!, así no se pueden vender, ni comer, solo sirven para ensuciar el suelo.
–     Los árboles tan grandes nos recuerdan lo minúsculos que somos y lo lejos que quedan algunos sueños de ser alcanzados por nosotros.
–     Creo que los árboles jirafa pueden tener amores con las nubes que vuelan bajo.
–     Esos árboles enormes deben tener la desdicha de avizorar primero que el resto, cuando una catástrofe se avecina.

….

Me quedé viendo la copa de aquel árbol, tras  haber trepado por la corteza de su tronco con mis pupilas. Vi que el sol estaba allí, era un  ojo de fuego,  cerca pasaba un ramillete de nubes como barbas etéreas que hacían del cielo un Polifemo. ¡Ese Polifemo miraba el planeta que yo habitaba!, y viví una aventura mitológica en cuestión de segundos. Quise abrir los brazos, me pareció que volaba, mi cuerpo se alargó, respiré profundamente. Cabalgué sobre la brisa, saboreé un banquete de quimeras en salsa. Vencí el oprobio con mi espada, toqué el laúd, miré por un catalejo cómo mi soledad era una isla que yo conquistaba y quise a cada una de sus olvidadas criaturas, sin ordenarles que cambiaran su lengua o sus trajes.

Amé a un semidiós llamado Silencio, hicimos el amor con los párpados, en una contienda de pestañas húmedas, al final hubo lágrimas sobre nuestras mejillas.

Silencio se esfumó, mi sexo palpitó en soledad,  tuve la certeza de que tenía el corazón entre las piernas. Un corazón tierno, puro, una boca que pronunciaba fluidos, una gruta hacia mis entrañas, y supe que estaba completa, que no había que buscar fuera, que solo había que encontrar, que celebrar el roce y las despedidas.

El canto de un grillo me hizo volver de mi viaje y posar de nuevo la mirada en los frutos. Pensé en mis anhelos, los que aún no había convertido en materia, me sentí alegre de seguir teniendo sueños de estatura imponente.

No sé si los lograré todos, pero sé que me hacen levantar la mirada, abrir los brazos, volar y tener la certeza de que respirar tiene sentido.

Título del relato: Formas de entender un árbol
Título del dibujo: Deseos (Tinta y acuarela sobre cartón) ©
@mendezisabela

 

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