Para la música de la palabra en voz alta, no hay ciegos

El pasado miércoles, 27 de Junio de 2012,  mientras caminaba desde el metro hasta el CaixaForum, donde se realizaría el Festival Tiflollibre, hacía un esfuerzo por recordar que era de “carne y hueso”, aunque tenía la sensación de ser líquida. Con la certeza de que todos los transeúntes vivían una experiencia similar, distraje el agobio que me producía el clima, imaginando que éramos pequeños mares andantes, esperando llegar a alguna playa, para desparramarnos.

Cuando entré al CaixaForum, vino a mi encuentro Dani, de la Asociación Discapacidad Visual Cataluña B1+B2+B3, y amablemente me llevó al lugar en el que Katrina estaba dando algunas directrices para el acto que comenzaría en breve.

Allí estaba, alto, como una fortaleza, Josep Maria Pou, uno de los actores más respetados de la escena catalana y española. Un poco más allá se encontraba Toni Puntí, uno de mis presentadores favoritos, cuya voz de cadencia suave y profunda, hacía las veces de mapa para mis oídos, y así dibujé su imagen, porque estaba lejos de mis ojos y no podía distinguirlo. También estaba allí Paquita, vicepresidenta de la ADVC, junto a otros compañeros y un grupo de personas al que no conocía y que después me enteré que eran escritores y periodistas.

Me senté en un sofá, me puse a repasar el texto que leería impreso en letras grandes y gordas para facilitarme el proceso.

No estaba previsto que yo participara en esta edición del festival, pero al mediodía me llamaron a consultarme si podía formar parte del evento ya que dos socios habían amanecido indispuestos y no podrían hacer sus lecturas en braille. Me tomé unos minutos para pensar y decidí participar leyendo un texto en el que narro las vicisitudes que atravieso como actriz con baja visión, cuando hago un casting: La brújula dispersa.

Cayetana, querida compañera de trabajo y amiga, me recibió en la primera fila del auditorio y me sentó al lado de Vicenç Villatoro, un escritor y periodista con una larga, sólida y reconocida trayectoria. Aquel caballero me tendió su sonrisa como si fueran sus manos y aunque pudimos hablar poco, su simpatía me acompañó de modo constante.

Las palabras de Josep Maria Pou sobre la lectura en voz alta fueron un regalo. Dichas con autoridad, con voz rotunda y con emoción.

Luego se fueron sucediendo las participaciones de poetas, periodistas, socios y de la Coral Interreligiosa per la Pau (AUDI).
Mientras, estaba yo en la butaca, repasando como podía mi texto, y pensando cada tanto “quién te manda a meterte en estos líos Isa, ya sabes que leer así, de buenas a primeras, sin haberlo repasado hasta la saciedad, es difícil para ti porque ves poco”. A esa recriminación que no era muy severa dado el camino andado en las tablas, pero que irrumpía titilante, tuve que sumar el hecho de que por la premura con que se convino todo, olvidamos por completo el tema del sonido. Hasta donde yo alcanzaba a distinguir, en escena había un atril que semejaba un dolmen, con el micrófono incrustado, lo que imposibilitaría colocarlo en una posición adecuada que favoreciera mi especial manera de leer. Pensé que tras el dolmen, yo, que soy bastante pequeña, no me vería, y si a eso sumábamos el hecho de que yo tendría que pegarme al papel casi a modo de beso para poder leerlo, la escena sería, como poco, peculiar. Pero con esa imagen siempre termino por reconciliarme, porque dedicándome al oficio de decir, cantar y escribir, creo que lo mínimo que puedo hacer con los papeles que hospedan los textos, es besarlos.

Ahora no quedaba más que confiar y llegado el momento defender la lectura en el escenario.
Yo que deseaba disfrutar del espectáculo sin la ansiedad de saltar al ruedo, una vez más estaba recorriendo los toboganes propios del oficio.
Respiré, ya estaba subiendo al escenario acompañada por Katrina, en tanto Toni Puntí contaba cosas sobre mi trayectoria, y entre eso y el hecho de que yo leería un escrito confesional, me sentía cada vez más desnuda. Me quedé frente al dolmen, advertí que me tocaría tener un romance público con el papel y comencé a leer.

Será por los momentos de entrega, por lo mucho que recibimos los que trabajamos en las tablas, porque en ese lapso de tiempo el reloj somos todos, marcando un tiempo común, recorriendo palabras, matices y silencios, será por eso que tiene sentido pasar por los toboganes previos.

Al concluir mi lectura confesional recibí en el camino de vuelta hacia mi butaca, un serpenteo de manos que me apretaron cálidas. De nuevo estaba sentada, agradecida de haber aceptado el reto y feliz de que hubiese tanta gente reunida para compartir la palabra en voz alta.

A la salida hubo abrazos de amigos, intercambiamos algunas tarjetas, conocí a gente de distintos ámbitos y puse cara a algunas amistades que habían comenzado por Internet.

Desde el vientre de este tintero, quiero reconocer la labor realizada a Cayetana Sanz y Katrina Rodriguez de CENTRO TRINIDAD, a Daniel Rubio y Manel Martí de la ADVC B1+B2+B3, a los lectores que participaron, a Toni Puntí que llevó el evento con una fluidez asombrosa y a todos los que nos acompañaron. También a Judith Vives, periodista de la tertulia en Twitter LLEGIMIPIULEM y a los periodistas de AMOR A L’ART, que crearon  ventanas sensibles para comunicar a la gente de las redes, sobre el evento.

Hoy, tengo más fe en el arte, en la gente, y la convicción de que “somos personas de carne y beso”.

A continuación os dejamos unas fotografías del evento.
Fotografías de Martí Andiñach Fernández (Amor a l’Art)

Barcelona, 29/06/2012
Título del escrito: Para la música de la palabra en voz alta, no hay ciegos.
@mendezisabela

 

4 comentarios para “Para la música de la palabra en voz alta, no hay ciegos”

  • Muchas gracias Isabela por tus palabras! Como siempre es un honor poder escucharte, transmites mucho sentimiento y una magia en tus palabras y en todo lo que haces, y eso se percibe desde muy lejos.

    Un abrazo!

    Associació Discapacitat visual Catalunya

  • Cristina:

    Isabela,
    Para mí, como voluntaria de la asociación, era el primer año de asistencia al Festival Tiflollibre, y he de decirte que me gustó mucho todo, pero en particular me emocionó mucho tu escrito, tu forma de expresar lo que te había pasado, la forma de leer, en fín.. te lo dije al acabar el acto pero también he querido dejarlo por escrito. Felicidades por tu blog que leo frecuentemente.
    Un abrazo, Cristina

  • Tana:

    Isabela,
    Gracias por compartir con todos tus experiencias. Este Festival era el marco idóneo para ello. Tu lectura obró el silencio y consiguió emocionarnos a todos. Quiero que sepas que estoy segura de que tus palabras no solo volaron ese día sino que aterrizaron para quedarse en el corazón de todos los que allí estábamos.
    Me enorgullece pensar que ambas estábamos juntas en este evento!
    La magia existe, amiga!
    GRACIAS por aceptar la propuesta de venir a leer, una propuesta que te llegó el mismo día del evento y que tu acogiste con la misma ilusión y bravura con la que desde la organización del Festival te propusimos.
    Ojalá todas las lecturas que allí se leyeron hayan servido para impulsar un festival como este. Tu «Brújula dispersa» acompasó los latidos de todos los que te escuchábamos, conseguiste que todos latiésemos unidos al compás de tu voz.
    Con cariño,
    Cayetana

    • ¡Querida Cayetana, gracias!

      Fue tan bonito todo lo que pasó y cómo se fueron tejiendo los puentes. Cada vez que lo pienso vuelvo a sorprenderme.

      ¡Un abrazo enorme!

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